Jean-Gabriel Périot
by juan
Conocí el trabajo de este joven realizador francés en el festival Documenta Madrid hace ya tres años y la verdad es que hasta hoy sigo fascinado por sus películas. No sé cómo clasificar la obra audiovisual de Jean-Gabriel Périot, no me acaban de convencer las etiquetas de documental experimental o videoarte que se suelen usar cuando uno no sabe cómo llamar a lo que ha visto. En pocas palabras, creo que es un lúcido investigador del medio audiovisual, capaz de expresar con una tremenda intensidad sin rodar un solo plano.
Périot es autodidacta, trabaja sólo y sin apenas apoyo económico. La mayoría de sus cortometrajes sólo contienen material de archivo o fotografías bajadas de internet. Con un meticuloso -y laborioso- montaje del material recopilado consigue crear obras que van desde lo poético hasta lo más perturbador.
Hay varias de sus piezas muy interesantes, como Undo (2005), donde en 10 minutos deshace la historia de la humanidad, o Nijuman no borei (2007), un impresionante viaje temporal de casi un siglo a través de miles de fotos de un mismo edificio en Hiroshima cuya estructura resistió a la explosión nuclear.
Pero si tengo que elegir una pieza, sin duda me quedo con Eût-elle été criminelle… (2006), algo así como Aunque hubiera sido una criminal. Realizado con material de archivo rodado en Francia en el verano de 1944, este cortometraje me sigue poniendo los pelos de punta cada vez que lo veo. Sus primeros minutos reviven con un aluvión de imágenes aceleradas el ascenso del nazismo, la ocupación de Francia por los alemanes en 1940 y el gobierno colaboracionista de Vichy, para desembocar en lo que aparentemente es una lógica explosión de júbilo popular tras la liberación de París. Ahí es donde Périot nos pone cara a cara (mostrando además obsesivamente los rostros) con el ser humano. La venganza festiva sobre las “colaboradoras horizontales”, acusadas de haber mantenido relaciones íntimas con los alemanes, da tanto miedo como la guerra misma. Todo ello, naturalmente, al ritmo de la Marsellesa.
Recomiendo verlo a ser posible cuando se tenga un rato de tranquilidad, y con el sonido a buen volumen. Son 9 minutos, no os dejéis abrumar por la hipnosis frenética de los primeros 2 y medio…
¡Puf! Impresiona.
Realmente buena la forma de narrar de este realizador.